miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿Racista yo?



Vemos por la tele la expulsión de los gitanos de Francia, y no reaccionamos. Pensamos, bueno, si a nosotros ya no nos gustan demasiado los gitanos, que será los franceses, que a finolis y señoritingos no les gana nadie.
Lógico que los quieran barrer de su suelo patrio ¿no?
Es un razonamiento sordomudo en cualquier caso, por que a nadie le diremos eso. A nadie le confesaremos que tal cosa se nos haya pasado ni tan siquiera por la imaginación.
¿Racistas nosotros? Ni hablar.
Enseguida seríamos catalogados de malas personas, de monstruos.
Pero que no hace falta sentir compasión por nadie, por ninguna raza, por ningún grupo étnico, al que de toda la vida consideremos inferior para saber si ante el racismo actuamos como hipócritas caritativos, o si en realidad nos oponemos a él comprendiendo bien la verdadera mecánica de su funcionamiento.
Habrá quien piense que el racismo es una idea concebida como un fin en sí mismo, y sin embargo se equivocará. El racismo es un medio, una excusa, que sirve de tapadera para fines mucho menos abstractos.
Un ejemplo: Hitler liquidó a 6 millones de judíos con la idea de confiscarles sus bienes y poder financiar con ellos sus ansias imperialistas, y de paso posibilitar así la curación de su baja autoestima crónica.
No hay que sorprenderse pues de que las expulsiones de Sarkozy encuentren respaldo en una sociedad francesa castigada y sobre todo acogotada por la crisis, o por los ciudadanos de Arizona, idem de idem, que ven que el patio se les pone hasta la bandera de inmigrantes hispanos, temerosos como ellos de la pobreza y el paro.
En cualquier caso, sea o no una excusa, el fin justifique los medios, o los medios el fin, el racismo es siempre, y nunca dejará de serlo, un instinto primario. Y lo mismo que hemos aprendido a no cagarnos en los pantalones, hemos de esforzarnos también en reprimir este otro instinto tan hediondo.
Es una cuestión de esfuerzo.
No es una pose cómoda como la que uno pueda adoptar después de ver videos como el que abre esta disertación.
Podemos admirar a otras razas, sentir incluso que haya alguna forma de justicia universal que repare los erróres históricos, e intimamente congratularnos de ello, pero...
¿Aceptarlos como iguales? ¿Como vecinos? ¿Como compatriotas nuestros?
Hombre, es que...

Parece mentira que no seamos capaces.
Nos queda tanto que aprender de aquellos a los que consideramos inferiores...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja finolis y señoritingos... me acorde de un caso que salio en las noticias hace algunos meses.. de un negro que vendio a su amigo albino, es lo más extraño que he visto en mi vida ¬¬

:D

me gusto, me gusto

sale cuidate muchote

que andes bien

byE

Merce dijo...

Lo curioso de todo esto es que es mutuo. En Estados Unidos, en general, sienten el mismo rechazo los blancos cuando un de los "suyos" se casa con un negro, como los negros cuando lo hacen con un blanco.

Los gitanos odian a los payos con la misma o más fuerza que los payos a ellos. La diferencia, que son minoría... Creo que ninguna raza está libre de sentir tan miserable sentimiento. Yo no creo que sea tan difícil aceptar las diferencias. Eso enriquece.

Besos.

Se me han puesto todos los pelos de punta con el vídeo.

Anónimo dijo...

¡Qué elegancia diciendo las cosas! Es verdad que hay miles de cosas instintivas que nos enseñan a extirpar de nuestra naturaleza desde la infancia (yo que tengo un hijo sin-vergüenza, bien lo sé), pero esto del antiracismo, que es una más de nuestras múltiples miserias humanas, no sé porqué no nos cala tanto como lo de que no se pueden sacar mocos de la nariz delante de otras personas por mucho que nos molesten (los mocos, claro).

Reprobamos, con no poco sentimiento de superioridad, la forma de coger los cubiertos de los amerícanos, los pelos en las piernas de las alemanas, los eructos después de comer de los árabes, más que que los decretos racistas de un país vecino al que inevitablemente hemos mirado de reojillo para copiarlo en muchas ocasiones... "¡Los españoles somos tan Quijotes que así nos va, mirá los franceses que claro lo tienen!"

Arancha C.

Landahlauts dijo...

Moi aussi je suis gitan