domingo, 30 de octubre de 2011

Como una Cuba




Estoy feliz, amigos blogueros.
Por primera vez desde que escribo en Internet me ha visitado un oriundo de la gran Antilla, de la antigua isla Juana, de la moderna (es un decir) Cuba.
Esta mañana he mirado al listado de banderitas, y ahí me la he encontrado: La de la estrellita dentro del triángulo rojo y las tres rayas azules, que ahora que lo pienso también podría tratarse de un anuncio-spam de adidas… Pero no, creo que no.

Esto es señal inequívoca de que algo se mueve en ese gran país, aunque de momento solo sea subterráneamente. Pero algo me dice que, por lento que vaya, como la tectónica de placas, pronto desembocará en un seísmo de proporciones tremebundas.

Lo único que deseo, eso sí lo tengo claro, es que, ya puestos a calcar la primavera árabe, nos quedemos únicamente con lo mejor, con lo positivo.
Mejor imitar a Túnez o Egipto que a Libia o Siria.
Por favor os lo pido.

Echaré de menos, eso sí, a los fantásticos automóviles de los años sesenta que fantasmalmente recorrían el malecón de la Habana, a esa especie de belleza innata, y esa alegría de vivir, que surge a veces por casualidad, de las entrañas mismas de la pobreza, como recordándonos que el dinero y el éxito social no lo son todo en la vida.
Echaré de menos a ese siervo respondón que, a sus inmediatas espaldas, le sostenía la corona de laureles al César yanqui, recordándole en todo momento su condición de mortal.

Sí, amigos, voy a echar mucho de menos todas aquellas cosas que hacían de esa isla algo tan especial.
Pero la realidad es que las cosas no son iguales, vistas desde dentro, a vistas desde fuera.
Y no es lo mismo Disneylandia para el niño que la visita, que para el operario de la limpieza que friega todos los días sus retretes.
Nuestros hermanos cubanos, aman y necesitan tanto la libertad como la amamos y necesitamos nosotros.
Solo espero que lo que quiera que sea, o que vaya a suceder, no defraude sus expectativas, ni las nuestras.
Si van a sacrificar eso que les hace ser tan pintorescamente diferentes, que sea por una libertad auténtica, no por el refrito de plutocracia expendedora de derechos basura en la que nosotros vivimos inmersos, coleteando asfixiados, cual renacuajos en el fango.

Pues esa es la sensación que yo tengo. Que el cambio es inminente. Así pues, iré al supermercado y me compraré una botella de ron.

Una botella de ron y una de dos litros de cola, ya que en llegado el momento, podéis creerme, lo celebraré tomándome un cuba libre.
Uno o los que hagan falta. Como si acabo borracho como una cuba.
A fin de cuentas lo más deseable, y lo que hoy por hoy, más me pide el cuerpo.
Que, para seros sincero, yo también empiezo a estar un poco harto ya de tanta isotónica, y de tanto brebaje a base de polvillos, con sabor a medicamento para la tos.

5 comentarios:

Merce dijo...

Ojala, pero tengo mis dudas...

Besos, Food.

Anónimo dijo...

¡Qué va Foody! Era yo, que estaba en La Habana y me conecté con la wifi del hotel...

(Es broma, pero podría ser. A mi me hizo ilusión una visita chipriota y resultó ser un amigo que estaba por trabajo allí y se conectó con la wifi del aeropuerto)

Food and Drugs dijo...

Merce:
Yo también, y más que nada de que a la hora de la verdad se quede en una cosa intermedia, ni p'alante ni p'atrás, pero no hay problema, me preparo un ron con powerade y que sea lo que dios quiera.
besos
;-)

Arancha:
Hombre, chica, no me quites la ilusión. Yo ya sé que Fidel Castro no puede ser, pero...
besos
;-)

Juanjo Montoliu dijo...

Estuve charlando con unos amigos cubanos el viernes pasado y, la verdad, no se les veía muy entusiasmados con el futuro del país.

Yo no sé si esperaré al cambio para ir al súper, no sea que el mes que viene ya no me alcance para los cubitos.

Food and Drugs dijo...

Juanjo:
Buena gente los cubanos. desde luego hace falta mucho carácter para llevar la situación tan admirablemente bien como lo hacen ellos, sin perder la sonrisa de la cara.
Nosotros solo hemos tenido 3 años de crisis y ya estamos completamente de psiquátrico.
Abrazos.
:-)