viernes, 26 de febrero de 2010

Ancianolescentes

Resulta que nuestros jubilatas ya no se resignan a pasar los últimos años de su vida con salud y en la compañía de sus seres queridos, ahora además quieren divertirse.
Después de haberse tirado cuarenta años o más currando, han decidido que no les da la gana de irse para el otro barrio así como así, nuevecitos, casi sin estrenar.
Es por eso que los medios de comunicación han acuñado una nueva denominación para ellos: Ancianolescentes, esto es, la mezcla lo más alucinógena posible de ancianidad y adolescencia.
Por lo visto, este grupo de edad, los mayores de 65, es uno de los que mayor poder adquisitivo presenta, con crisis y todo de por medio, y gracias a los avances de la ciencia, y al hecho de encontrarse las 24 horas del día monitorizados y medicalizados, presumen asimismo de una salud envidiable.

Antes, de hecho, era muy típico el que la jubilación acarrease graves conflictos de identidad e incluso depresiones muy profundas. Muchas de ellas acompañadas de tentativas de suicidio.
Dejaban su ocupación de toda la vida y, de golpe y porrazo, se encontraban con que no tenían con que matar el rato.
Pero eso ya es historia. La oferta de diversión para el jubilado de hoy, y el volumen de negocio que mueve, es comparable a la dedicada a sus parientes más jóvenes, los adolescentes.

Y ciertamente el parecido entre las actitudes de unos y otros, ese afán por vivir el momento con la intensidad máxima, como si este fuera a ser el último, acerca todavía más si cabe los extremos, y desde luego va más allá del mero juego de palabras.
Parece, pues, como si al darles la posiblidad de reencarnarse (espiritualmente, claro está) en alguna fase de su vida anterior, hubieran elegido esta, la adolescencia.
Eso sí, una adolescencia limpia de polvo y paja (o quizás no tanto), pero adolescencia al fin y al cabo.
Así, mientras los adultos nos esforzamos en recomponer los pedazos rotos de nuestra niñez, vemos con estupor como nuestros mayores ya han subido de peldaño.

¿Pero precisamente tenía que ser esa la escogida, la edad del pavo?

Opino, y no sé si estareis muy de acuerdo conmigo, que si la vida es una película, la pubertad es su video musical cutre. Así, sucede que hay películas muy malas, y muy previsibles, que no merece la pena ni mirar para ellas, pero que curiosamente con el videoclip, aunque solo sea por la aglomeración irrespirable de fantasmadas, se echa uno unas risas y hasta le entra el gusanillo del...
¡¡¿Y por qué no?!!

2 comentarios:

Merce dijo...

Y por qué no?
Al final esa es la edad en que más despreocupadamente lo vives todo.

Al fin y al cabo, después de estar toda la vida trabajando y criando, por qué no hace lo que más apetezca. Creo que me apuntaré a ser una adolescente de 75 años... ¿y por qué no?!!!

Fiebre dijo...

Estoy con Merce.
Y tenía preparado un comentario sarcástico, pero por una vez me voy a poner seria.
Estos ancianolescentes de hoy en día, están viviendo una etapa que no tuvieron. Ellos, al contrario que nosotros, en su gran mayoría no tuvieron edad del pavo porque ya estaban currando para colaborar en casa, y algunos trabajando de sol a sol. Se lo han ganado.
Por eso, uno de mis videos favoritos es ´5 minutos más´ de Calamaro. La típica historia de amor del instituto pero con gente muy mayor.

(Creo que este fin de semana tengo que volver a pasar el plumero por mi casa, estoy demasiado introspectiva juas)