martes, 18 de agosto de 2009

La cinta rosa supersónica


Los fans de Marta Domínguez aumentarán ahora como la espuma, una vez que se ha sacado la espina y ha dejado de ser la eterna perdedora que todos conocíamos.

Para mi el cambio es sin embargo insignificante, pues lo que más valoro en ella: su espíritu de sacrificio, su coraje y su resistencia numantina, ya la definían desde un principio.

De hecho, su victoria no me altera mi imagen de ella, sino la mía, la que yo tengo de mi mismo. Ya no tengo excusas en las que apoyarme. La mujer de los mil y un contratiempos, y que no obstante ignoró toda excusa, o disculparse en lo irreversible del destino, demostró finalmente que sí, que no hay nada imposible para quien se entrega de corazón. Por supuesto, evidenciando que era la gran campeona por la que habíamos apostado.

Todos los disgustos y sinsabores, los berrinches que nos cogimos por culpa de esa testaruda cinta rosa, ayer se pagaban 50 a 1.

O dicho de otra forma, la ruina de los incrédulos, de los que solo reservan su confianza a lo consagrado, a lo bendecido desde los altares, a lo fabricado en serie...

He escrito pues esta entrada como el que abre una botella de champán en la meta y se remoja el gaznate sin miedo a atragantarse. Una vez al año no hace daño.

La autenticidad a lo más alto del podium.
Y el cielo, a sus pies.

2 comentarios:

Natura dijo...

¿Y dónde venderán esa cinta rosa? ¡Yo quiero una!

Fuera de bromas, bravo por ella y por todos los que se esfuerzan con esa garra. No hay de otra cuando de alcanzar lo que te has propuesto se trata.

Un abrazo :)

Insisto... dijo...

El que la sigue....





la consigue ;)

destapemos champagne jojojojj